El proceso histórico de democratización de la administración pública se ha visto ralentizado en muchas de nuestras sociedades por la debilidad de nuestra función pública, su atomización y su desconexión de los procesos regionales y globales.

El análisis científico en términos de investigación, empoderamiento, desconcentración, derechos, nuevas tecnologías, eficiencia y gestión pública abren un inmenso margen de mejora en la gestión de los recursos, en la implementación de las políticas públicas, en el fortalecimiento de la democracia y en la configuración, en definitiva, de una sociedad capaz de disfrutar de una gobernanza eficaz como una herramienta propia para diseñar su futuro.

Y, sobre todo, el proceso de analizar los recursos dando voz a todos los agentes implicados, conociendo las estructuras jurídicas, institucionales, sociales, territoriales y culturales… es empezar un proceso imparable de innovación, gestión predictiva y valor público.